Este fin de semana he tejido esta flor para que se la llevara mi abuela con ella para siempre.
Le encantaban las flores.
Este fin de semana he perdido a mi abuelo y a mi abuela,
a los dos,
se querían mucho y nos lo han demostrado con este final de sus vidas tan romántico.
Os dejo un relato de su historia que hemos escrito mi hermana y yo:
TRES LUCEROS JUNTOS DE NUEVO
Tal vez piensen que la historia que voy a relatar se trate
de un cuento, de una de esas historias que nos hablan de personajes ideales e
imaginarios que viven historias maravillosas. Tal vez estén en lo correcto, y, a pesar de que
lo que viene a continuación es una historia real, encuentren que ésta que paso a contarles ahora, sea
lo más
parecido a uno de esos cuentos que oíamos cuando éramos pequeños.
Todo comienza en un, por aquel entonces, pueblecito de la
costa. Un joven y apuesto muchacho cayó enamorado de una chica, seis años más joven que él. Su amor fue correspondido y, tras
un tiempo, decidieron unir sus vidas. Disfrutaron de los regalos y buenos
momentos que les proporcionó esta vida y superaron juntos las amarguras que la misma
lleva consigo.
Quisieron formar una familia y fruto de ello cuatro
luceritos les iluminaron su vida. Pero, como dijimos antes, a veces la vida te
hace pasar tragos amargos, y uno de esos luceritos, con tan sólo 24 años, se apagó antes de tiempo. Los luceritos
fueron creciendo, madurando, y acabaron convirtiéndose en luceros, uno de ellos mi
padre.
La joven y enamorada pareja también creció, maduró y siguió siendo una pareja enamorada, aunque
ya no tan joven. Los años pasaban e inevitablemente con ellos, la vida.
Tras toda una vida juntos, alrededor de setenta años después de comenzar esta historia de amor,
la joven, que ya no lo era tanto, enfermó y se separó de su caballero para permanecer en
un hospital. Durante 6 semanas luchó con todas sus fuerzas y se mantuvo
entre este mundo que conocemos y aquel que conoceremos todos algún día.
Su caballero la echaba de menos, la esperaba, incluso a
veces la llamaba con la esperanza de recibir su respuesta. Pero el joven
tampoco lo era tanto ya, y tras toda una vida junto a su querida esposa, un
solo segundo sin ella se convertía en una eternidad. La espera se hizo
larga, muy larga, tan larga que la tristeza pudo con él y de pena enfermó. Nuestro protagonista contaba en ese
momento con 93 años de edad y no lograba entender que su amada se encontraba
todavía
en este mundo, aunque ya no estuviese a su lado. Pensó que se había marchado.
Decidió entonces ir en su busca, cerró sus ojos. Y se apagó. Fue a buscarla allí donde todos llegaremos algún día y cuando llegó y vio que ella no estaba allí, que él se había equivocado, lanzó una ultima llamada a su querida
compañera.
Ella no lo dudó ni un segundo. No podría estar en este mundo sin él y cerró sus ojos. Y se apagó. Y vio como de nuevo eran jóvenes, y le tendió su mano como lo hiciera más de setenta años atrás para estar juntos de nuevo.
Se fueron a un lugar en el que por fin pudieron ver a su
lucerito que tan joven los dejó. Y estuvieron en paz, y descansaron. Y fueron felices
juntos por toda la eternidad.
Vuestras nietas siempre os recordarán.